Creo que no pude estar más acertado a la hora de escoger «El paraíso de la luz» como título para el viaje fotográfico a Lofoten. Y es que no exagero si os digo que durante todo el día puedes obtener fotografías muy diferentes, incluso del mismo sitio, si tienes la suficiente paciencia para esperar.
En Febrero guié a 8 personas a lo largo de las islas Lofoten, un archipiélago que se encuentra en el Círculo Polar Ártico, en Noruega. Como hago en cada viaje, tengo un planning de dónde iremos cada día, pero me he dado cuenta de que no sirve de mucho allí. Tan sólo el primer atardecer lo hicimos dónde había planeado, a partir de ahí tuve que improvisar sobre la marcha debido a las condiciones climatológicas y a la luz.
El atardecer del primer día tenía que haber sido en Uttakleiv, la playa más conocida y la más bonita para mí, y sobre todo la que más posibilidades tiene. Te podrías pasar un día entero allí si quisieras. No sé cómo fue el atardecer que no estuvimos, pero os puedo asegurar que el amanecer fue de esos bonitos, bonitos.
Sorprendentemente el cielo estaba despejado, sin embargo, unas nubes lejanas se iban acercando, lo que nos permitiría conseguir unos tonos naranjas brutales. Pero lo mejor fue ver cómo el Sol, lento como una tortuga, iba saliendo poco a poco, iluminando montaña a montaña hasta que llegó a la más importante.
La playa estaba preciosa, con multitud de nieve, no solo en la orilla, sino también sobre las rocas redondeadas. La gente estaba bastante sorprendida, no en vano, ¿cuántas veces has visto una playa nevada?
Aquel día lo recordaremos por la luz, ya que estuvo despejado casi todo el tiempo. Esto permitió al Sol iluminar cada rincón que visitábamos con una luz cálida, una luz continua de atardecer. Era difícil no parar cada 5 minutos.
Del atardecer recuerdo sobre todo la hora azul. Siempre queremos algunas nubes tanto al amanecer como al atardecer, para ver si conseguimos colores. Si no tenemos nubes durante el ocaso no hay que desanimarse, puesto que podemos tener colores preciosos pero hay que saber hacia dónde mirar y cuándo.
Si tienes visión directa hacia el horizonte donde se pone el Sol, ten paciencia y obtendrás una paleta de colores muy bonita, desde el cielo azul, pasando por el naranja y el amarillo. Pero si miras hacia el Este, la sombra que genera la propia Tierra nos regala una paleta de colores morados y rosas increíbles. En latitudes más bajas este momento dura poco, tan solo unos minutos en su punto más intenso de color, pero aquí…aquí tienes tiempo de sobra incluso para cambiar de posición, ¿verdad Pablo? ;-).
Para rematar el día nos desplazamos hasta Hamnoy, uno de los platos fuertes del viaje a donde la mayoría de la gente quiere ir. La idea era conseguir fotografiar las casitas con la montaña en la hora azul y lo conseguimos. Una vez más, esto en otro lugar habría sido imposible.
Pero no todo sale bien siempre, y es que después de un día maravilloso el final fue de esos amargos. Un día completamente despejado y con una previsión de Auroras muy buena nos hacía pensar que la noche sería larga. Y lo fue, pero de esperar a que el cielo se despejara. Un frente de nubes se nos vino encima justo después de llegar a Hamnoy, lo que nos impidió rematar el día como nos habría gustado a todos.
Conclusión, cuando viajas a Lofoten, da igual que lo tengas todo planeado, tarde o temprano se irá todo al garete. Todo lo que sabes sobre la luz no es válido, por lo que la experiencia, el conocimiento de la zona y la intuición serán lo que hagan que consigas la foto.