¿Quién no sueña con que lleguen las vacaciones para poder viajar a otros lugares? ¿con conocer ciudades míticas, culturas distintas a las nuestras, o poder disfrutar de la naturaleza en estado puro? Hoy en día viajar es mucho más sencillo y más barato, de manera que prácticamente podemos estar en la otra parte del mundo a un precio muy reducido.
Como fotógrafo de viajes, viajar es algo que está presente en mi vida, siempre buscando descubrir por mí mismo esos rincones que son nuevos para mí, así como repetir una y otra vez aquellos que por alguna razón te han conquistado.
Hay varias razones por las cuales viajar hoy en día está al alcance de todo el mundo. Una es el reducido coste de los billetes de avión. Está claro que se puede viajar en distintos medios de transporte, pero el alcance es más limitado. Además, hasta hace bien poco, el precio de la gasolina estaba en máximos históricos, con lo que viajar sólo se hace demasiado costoso. A pesar de ello, con el coche te puedes plantar en países cercanos, a costa de muchas horas de trayecto.
Otra opción sería el tren o autobús. El tren no es precisamente barato, aunque si muy cómodo y rápido, pero te limita las distancias. El autobús sería lo contrario, más bien incómodo y lento.
Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el bajo coste de los vuelos ha conseguido que te puedas plantar en China por 300€, o en cualquier ciudad turística Europea por menos de 50€ si encuentras una buena oferta.
La mayor inversión que se realiza a la hora de viajar es el alojamiento. Nadie se libra del hotel, ¿o sí?. Cuando viajo me gusta estar muchos días en un mismo lugar, de esa manera puedo recorrer la zona y descubrir rincones escondidos con el fin de conseguir fotografías únicas. Esto también me permite volver a un mismo sitio para conseguir la mejor luz posible. Sin embargo, esta filosofía es contraria a la de viajar barato, por lo que tuve que pensar en alguna manera que me permitiera disfrutar de largas estancias a un precio económico. Y entonces, ¿cuál es mi secreto para viajar barato? Pues intercambiar mi casa. Ahí fue cuando encontré la web de intercambiocasas.com.
Aunque parezca mentira, el intercambio de casas es algo que se realiza desde hace muchos años. En EEUU es algo muy normal, siendo el país con más casas de intercambio disponibles en todo el mundo. Aquí en España todavía hay mucha gente que no lo ve muy normal, no obstante, cada vez que le digo a alguien que intercambio mi casa suelen sorprenderse y decir: «¿un extraño en mi casa?». Yo siempre les contesto: «Tú estás en la suya».
Esta manera de viajar me ha permitido visitar lugares como Normandía, La Provenza, París y Los Pirineos en un sólo viaje, intercambiando casas en cada lugar. Encadenar intercambios es algo que puede ser complicado, pero que si te lo organizas con tiempo lo puedes conseguir. En mi caso, es una manera de aprovechar al máximo mis viajes, con el fin de visitar el máximo de lugares posible.
Gracias al intercambio de casas he podido visitar Los Dolomitas (dos veces), Roma (dos veces), Venecia, Verona, Milán, Los Alpes Oróbicos, Bérgamo, Zermatt y su majestuoso Matterhorn, Praga (dos veces), Cesky Krumlov, Olomouc, el campo de concentración de Terezín, Bratislava, Viena y Dresde. No está mal. ¿no?
Pero no todos mis viajes son al extranjero. En España hay cada vez más gente que se está apuntando a esto de intercambiar la casa. No sé si será por la crisis que nos ha golpeado a todos, pero en ciertas situaciones es un ahorro muy sustancial, sobre todo cuantas más personas viajen, y más tiempo se quiera uno quedar. Entre mis intercambios por España se encuentran Pamplona, Panticosa y próximamente Sevilla.
Al principio puede dar cosa dejar tu casa a unos extraños, pero son tantos los mails o incluso llamadas que se tienen durante el tiempo previo para planificar y organizar el intercambio que al final llegas a conocer a tus invitados. Yo he llegado a realizar videoconferencias y a estar hablando por teléfono para comentar algunos asuntos.
La gente es muy amable, y mis experiencias han sido positivas. Por supuesto sigo en contacto con varios de ellos y en más de un lugar ahora tengo amigos dispuestos a volver a intercambiar conmigo, o incluso a acogerme cuando yo quiera. Mis amigos de Praga, incluso me llegaron a dejar su propio coche para poder desplazarme a un lugar en las afueras de la ciudad, lo cual es de agradecer, y si no fuera por ellos, ésta y muchas otras fotografías no las habría podido hacer.
Estaréis de acuerdo conmigo que, tras una dura jornada haciendo fotos, ya sea por la ciudad o subiendo y bajando montañas, no es lo mismo llegar a un Hotel que a tu «casa» donde tienes todas las comodidades del mundo y te puedes preparar lo que quieras para comer mientras ves una peli, o simplemente te echas una siesta. Durante esos días, semanas o meses es como si estuvieras en casa, y eso no tiene precio.
Si esta manera de viajar te parece interesante puedes echar un vistazo a la web de intercambiocasas.com y registrarte desde el enlace que hay a continuación.