Este año he vuelto a organizar un viaje fotográfico por Islandia, donde 11 personas me han permitido guiarles por una isla de nunca deja de sorprenderte. El objetivo del viaje, aparte de disfrutar de los paisajes era fotografiar las Auroras Boreales.
Durante 8 días y 7 noches hemos estado soñando con ver este espectáculo, y nada más aterrizar pudimos ver las primeras pinceladas verdes en el cielo. Varias noches pudimos verlas a la perfección, la mayoría nos sorprendió en el hotel y otras tuvimos que ir a buscarlas. Desde que las vi el año pasado no he dejado de soñar con volver a ver su baile hipnótico, sus curvas que van cambiando continuamente.
Como siempre digo cuando alguien me pregunta, las Auroras Boreales se pueden ver siempre que haya noche, oscuridad, el cielo esté despejado y haya actividad solar. Sinceramente, lo más complicado de esta ecuación suelen ser las nubes, aunque hay otras noches como la que viví ayer, en las que tienes un cielo raso lleno de estrellas y nula actividad solar, así que cero Auroras.
En el viaje pudimos disfrutar de las Auroras Boreales en más de una ocasión, incluso tuvimos que dejar el postre para salir disparados del hotel y volver a verlas.
Una vez acabado el viaje y despedido a los asistentes, me preparé para continuar mi viaje por Islandia, pero esta vez en solitario. El objetivo era dar la vuelta a la isla con el fin de preparar los viajes del año que viene.
Mi deseo es poder organizar dos viajes a Islandia en 2019, uno que recorrerá la zona norte, y otro la zona sur (recorrido que hemos realizado en los últimos dos años). Los viajes se realizarán uno detrás del otro, por lo que existirá la opción de realizar los dos, sólo para aquellos más valientes.
En breve actualizaré mi web para que cada persona pueda ver cual de los dos viajes le interesa más y pueda apuntarse. De todos modos, si hay alguien que esté interesado en venir a Islandia el año que viene puede enviarme un correo a info@sergioariasfotografia.es y lo apuntaré en la lista.
Uno de los lugares que visitaremos en el viaje de la zona norte será Hvitserkur, una playa en la que nos encontraremos con una roca providencial con forma de rinoceronte (a cada persona le recuerda a un animal distinto). No deja de sorprenderme lo que la naturaleza es capaz de hacer, y en este caso, es un lugar increíble para hacer fotos.
Durante mi vuelta a la isla tenía que volver a dicho lugar, sobre todo por la noche, ya que la previsión daban cielos despejados y una intensidad solar normal. Mi primera idea era empezar en una cascada y después acudir a Hvitsekur. Sin embargo, la noche llegaba, en el cielo no veía nada y me empezaba a poner nervioso. Decido ir a Hvitserkur y asegurar, justo cuando empiezo a ver en el horizonte el típico arco verde en dirección a la playa.
Estaba claro que tenía que haber ido antes, pero no pasa nada porque la previsión de cielos despejados era buena e iba a tener tiempo de sobra. Una vez llego a la playa me encuentro gente fotografiando, lo que era de esperar por un lado y un problema, ya que no me iba a permitir explayarme.
Durante un buen rato estuvimos haciendo fotos, con unas líneas que salían del horizonte junto a la roca. Las fotos eran preciosas, pero llegó un momento que eran monótonas, ya que las Auroras Boreales estaban demasiado estáticas y las fotos se parecían.
Hubo momentos en los que pensé en irme, pero antes me puse a hacerme fotos con las Auroras de fondo, dentro de las posibilidades que tenía, ya que, como decía antes, tenía a dos personas haciendo fotos al lado.
Y de repente, como quien no quiere la cosa, el cielo empieza a activarse, fue una explosión verde. Las líneas empezaron a cambiar, poco a poco se volvían curvas, empezaba el baile. Además, la intensidad subía y subía, llegando por momentos a tener que disparar a 3 o 4 segundos porque se quemaban.
«Mirar arriba», «Mirar detrás», «¡Madre mía!», «¡Qué barbaridad!», «Puffff» y cosas así son las que empecé a decir a mis «compis» durante la explosión. Y es que hubo momentos que nos rodeaban, tanto encima de nuestras cabezas como en la parte trasera. Hubo fotos que disparé directamente al cielo, todo era verde, y entonces sí, ese momento me recordó al vivido el año pasado con mi grupo cerca de Vik. Ahora sí que estábamos disfrutando de las Auroras Boreales en todo su esplendor.
La cámara echaba humo ya que las formas cambiaban continuamente. Es cierto que a lo que encuadres se refiere no hay mucha variedad, pero tampoco daba para mucho más. Foto horizontal, cerca de la orilla, con o sin reflejo, panorámica, y poco más.
De entre las más de 200 fotos que hice, escogí una prácticamente al azar. Le hice un procesado básico y la publiqué en redes. A día de hoy es la fotografía, con diferencia, con más «me gusta» en Instagram que he tenido nunca.
He de decir que la fotografía es espectacular, las Auroras Boreales parecen envolver la roca, el reflejo es perfecto, todo salió a pedir de boca.
Para aquellos interesados en la técnica os pongo los parámetros. La foto está hecha con una Canon 5D Mark IV, un Canon 16-35mm f/2.8 a 16mm, f /2.8, 30 segundos e ISO 5000. En este caso había puesto el portatfiltros para usar un filtro inverso de un paso. De esta manera podría obtener más luz del reflejo, y la verdad es que salió genial.
En breve iré publicando más fotografías de lo que fue nuestro viaje por Islandia y de los preparativos para los viajes del año que viene.